LA OSERA:
Cuando está avanzado el invierno y las nevadas se hacen
persistentes, nuestros amigos los osos buscan un refugio para protegerse. Este es, con
frecuencia, una cueva no muy grande o, en ocasiones, un agujero excavado por él mismo
aprovechando las oquedades existentes bajo alguna roca o árbol. Parece que lo que más les importa a la hora de elegir el
lugar, es la seguridad que les pueda proporcionar. AsÃ, las oseras se encuentran en
lugares difÃcilmente accesibles, aunque no necesariamente remotos, encontrándose en
ocasiones muy próximas a las poblaciones humanas. Previamente nuestros amigos tendrán que haberse
alimentado suficientemente para aumentar sus reservas en forma de grasa corporal, reservas
que se localizan, especialmente, alrededor de los riñones y que llegan a medir quince cm.
de grosor. Esto ocurre asÃ, porque las duras condiciones de la
naturaleza en la estación invernal exigen alguna solución. Hay escasez de comida e
incluso de agua, que puede estar helada y, además, las bajas temperaturas requerirÃan un
elevado consumo de alimentos solamente para mantener la temperatura corporal. Asà que
nuestros amigos los osos, optan por una de las posibles soluciones que la naturaleza
depara para esta dificultad invernal. Otros animales, han optado por diferentes
estrategias, como la emigración hacia el Sur, o hacia los valles y las laderas orientadas
al MediodÃa. Los osos pardos refugiados en oseras, duermen enroscados
sobre sà mismos. Su temperatura corporal desciende desde los 38ºC habituales hasta los
33ºC o 34ºC. Disminuyen asà mismo sus latidos de corazón desde 40 pulsaciones hasta 10
pulsaciones por minuto y el ritmo respiratoria se ralentiza de forma similar. Es un sueño profundo, en el que ni orinan ni defecan,
pero que se parece más al sueño nocturno de los humanos que a una verdadera hibernación
al estilo de la del lirón gris, el erizo o los murciélagos. Estos animales adaptan su
temperatura a la del entorno, pudiendo llegar a temperaturas próximas a los 0ºC.
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